REPRESENTANTES LITERARIAS DEL ALMA DEL PUEBLO

BOŽENA NĚMCOVÁ y ROSALÍA DE CASTRO

 

    El nacionalismo, ideología básica en la evolución de la historia de Europa durante la Etapa Disolvente de nuestra cultura, mantiene una relación específica con la creación literaria: el interés por las lenguas vernáculas y la literatura “popular”. La ideología nacionalista parte del concepto romántico de “nación”, es decir, de la existencia de grupos humanos unidos de forma esencial por rasgos vinculados a su nacimiento. Entre esas características identitarias se destacan la lengua materna de la comunidad y las creaciones literarias producidas con ella, sobre todo en el ámbito iletrado.

    La lengua es, para el nacionalismo, un criterio obvio de pertenencia, y serán checos o irlandeses los nacidos en familias que tienen el checo o el irlandés como lengua materna. Este punto de partida, sencillo y de fácil aplicación, a lo largo del siglo XIX se fue ampliando con teorías más sofisticadas que hacían de la lengua vernácula no solo un medio de comunicación social o un rasgo identificativo sino también una expresión intelectual propia e incluso una concepción del mundo definidora de la comunidad, de la “nación”. La “galleguicidad” o la “lituanidad” se manifiesta a través de la lengua correspondiente y, por lo tanto, serán especialmente bretonas o rumanas aquellas personas y comunidades que se hayan expresado siempre en esas lenguas. Más aún, lo más puramente esloveno o finés se hallará en la literatura propia de esas comunidades, creación esencial de una cultura particular.

    En este contexto populista y nacionalista de mediados del siglo XIX vamos a ver discurrir las vidas paralelas de dos grandes escritoras europeas de la época, Božena Němcová y Rosalía de Castro, que con el tiempo han llegado a convertirse en las principales representantes del resurgir literario de sus respectivas lenguas maternas y en figuras señeras de la recuperación de dos literaturas, la checa y la gallega, que en su momento se veían amenazadas por dos grandes lenguas de cultura, el alemán y el castellano, más desarrolladas literaria y administrativamente.

    Božena y Rosalía pertenecen a un segundo momento de la recuperación de las lenguas y literaturas regionales en Europa. Si a principios del siglo XIX van a ser intelectuales de formación académica como los hermanos Grimm, Afanásiev o Asbjørnsen y Moe quienes recojan un folclore ajeno a ellos, a mediados de siglo van a a ser los propios “titulares” de esta literatura popular, creadores sin ninguna formación específica, quienes comiencen a elaborar su propia obra a partir de él. Por ello resulta especialmente significativa la similitud que hallamos entre estas dos escritoras desde el mismo momento de su nacimiento.

    La mayor de ellas, Božena Němcová, nació en Viena en una familia de criados checos al servicio de una noble austriaca. En 1820, año de su inscripción en el registro, lo que en la Edad Media había sido el Reino de Bohemia formaba parte, desde la Guerra de los 30 años, de los dominios de la Casa de Austria. Lo curioso es que la futura escritora fue registrada como Bárbara Novotná, hija ilegítima de Teresa Novotná, el 4 de febrero de 1820. Solo en un registro posterior aparece el austriaco Johann Pankel como marido de su madre, quien legitimó a la niña, dándole su apellido, Panklová en checo. Estos datos registrales y algunas referencias posteriores a que Božena pudiera haber nacido antes de 1820, ha hecho suponer a muchos de sus biógrafos que la boda de sus padres y la propia inscripción en el registro pudieran estar ocultando una filiación ilegítima. En la actualidad se sospecha que su madre pudo haber sido Dorotea von Biron, hermana pequeña de la duquesa Vilemína Zaháňská, para quien trabajaban los Pankel y en cuya propiedad de Ratibořice, en Bohemia, se crió Božena.

    Ciertamente, en ese ambiente rural la influencia de su abuela materna checa, Magdalena Novotná, parece haber sido fundamental en la formación de la pequeña Barunka, pero el posible origen bastardo de esta explicaría, sobre todo, el acceso de la hija de unos criados a la biblioteca privada de la duquesa e incluso su prematuro y ventajoso matrimonio, a los 17 años, con Josef Nemec, un funcionario estatal de la zona, quince años mayor que ella.

    El mismo año de la boda de Božena Němcová, 1837, nacía en Santiago de Compostela Rosalía de Castro. Santiago es todavía hoy la capital de una región española que se corresponde con el antiguo Reino de Galicia medieval, incorporado entonces y hoy al de España. Curiosamente, los orígenes de Rosalía ofrecen datos tan confusos como los de la escritora checa. Su inscripción bautismal la presenta también como hija de padres desconocidos y solo su madrina evita que la niña vaya a parar a la inclusa. Esa madrina resulta ser una criada de la verdadera madre, María Teresa de Castro, mujer de familia noble empobrecida, que va a ser quien se haga cargo de la recién nacida, en su pazo rural de Iria Flavia. Por lo que al padre respecta, Rosalía era hija del sacerdote católico José Martínez Viojo, quien, por su condición eclesiástica, nunca la reconoció. Rosalía va a educarse, por lo tanto, en el contexto familiar de su madre, en un ambiente rural gallego donde tomará contacto desde su infancia con el mundo que luego pasará a formar parte de su obra poética. En 1850, madre e hija se trasladan a vivir a Santiago, donde Rosalía puede mejorar su formación y donde reside hasta que en 1856, con 19 años, marcha a Madrid. Allí, solo dos años después, Manuel Murguía, miembro de la intelectualidad progresista gallega se convertirá en su marido.

    Por más que ambas escritoras se esfuercen por desarrollar una carrera creadora propia, lo cierto es que a partir del mismo momento de su matrimonio, la vida de las dos quedará condicionada por la situación laboral de sus maridos y por la crianza de los hijos, cuatro en el caso de Božena y siete, dos de ellos muertos de forma prematura, en el de Rosalía.

    Para la joven Němcová, su itinerario familiar dependió desde el principio del cargo de funcionario estatal de su marido, que se veía obligado a desplazarse por los diversos territorios dependientes del poder central vienés, desde Bohemia hasta Hungría. En un primer momento, los destinos de Josef Nemec no se alejan demasiado e incluso es destinado a la propia Praga en 1842. Entonces, madre ya de cuatro hijos, comenzará Božena a publicar sus primeras poesías en checo y a preocuparse por la situación política de los checos en Bohemia.

    Por lo que a Rosalía respecta, tras la boda los esposos regresaron a Galicia y durante un tiempo se movieron entre Santiago, La Coruña, Lugo y la capital de España. En esos años, Rosalía publica en castellano su primera novela, La hija del mar, en 1859, y en 1863 a los 26, el libro de poemas que la inmortalizará, Cantares gallegos, obra cumbre de lo que se conoce como el Rexurdimento gallego del siglo XIX, la recuperación de la lengua gallega como vehículo cultural y literario moderno. Con sus Cantares gallegos, Rosalía recrea los ritmos y la lengua poética de la sociedad rural de la Galicia de su tiempo y ofrece una visión folclórica del mundo que le rodea con la que sus paisanos se han identificado, convirtiéndose en el punto de partida para la reconstrucción del imaginario colectivo del nacionalismo gallego. Por esas mismas fechas, su marido, Manuel Murguía, redactaba también los primeros tomos de su Diccionario de autores gallegos y de una Historia de Galicia, que aparecerán en 1865. Vemos que el matrimonio se encontraba plenamente comprometido con la recuperación de la identidad cultural gallega, objetivo que Rosalía busca a través de una literatura de tono popular.

    A mediados del siglo XIX esta preocupación por la cultura “nacional” conllevaba implicaciones políticas. En toda Europa la vinculación entre cultura propia y libertades colectivas estaba muy presente desde las revoluciones de 1848, conocidas también como Primavera de los Pueblos. En este contexto debe entenderse la acusación de conspiración contra el Estado que condena a Josef Nemec y a su familia a seguir deambulando de un puesto subalterno a otro y que acaba haciéndole perder su puesto de funcionario, privando a la familia de su principal medio de subsistencia.

    Božena y su esposo se habían vinculado a la Hermandad Checo-Morava, un grupo político de ideas progresistas revolucionarias. Ella, además, había publicado su primeros poemas en checo en 1843, varios cuentos costumbristas desde de 1846, y, sobre todo, los cuentos de hadas de la tradición popular de Bohemia que recopiló en siete volúmenes entre 1845 y 1848, obras que le habían dado ya cierto renombre en los círculos intelectuales que luchaban por recuperar la cultura popular checa pero, al mismo tiempo, comprometían su situación ante el poder central austriaco. De esa época es también el libro que hizo famosa a Němcová, la novela Babička (La abuela), publicada en Praga en 1855, cuando la autora contaba con algo más de 35 años y su marido acababa de ser cesado. Se trata de una novela costumbrista semiautobiográfica construida a partir del ambiente y las tradiciones populares de su país que la autora había conocido durante su infancia en Ratibořice, cuando vivía al cargo de su abuela, convertida aquí en la figura principal de la novela, auténtica esencia del espíritu nacional checo.

    Las revoluciones nacionalistas y burguesas de Centroeuropa en 1848 no tuvieron repercusión en España, donde puede decirse que se retrasaron veinte años hasta lo que se conoce como La Gloriosa, la revolución de septiembre de 1868 que acabó con el reinado de Isabel II. Y si 1848 fue un año de derrotas para las causas revolucionarias, como el nacionalismo checo de los Nemec en Bohemia, 1868, por el contrario, supuso el triunfo, temporal, de esos mismos grupos, entre los que se contaba la familia Murguía en Galicia. Al esposo de Rosalía, miembro de la Junta Revolucionaria de Santiago, se le asigna de inmediato un puesto oficial en el Archivo General de Simancas, el más importante de la antigua Corona de Castilla. Por ello, desde 1870 Rosalía va a vivir un par de años entre Simancas y Madrid hasta que su marido sea promocionado de nuevo, esta vez al cargo de jefe del Archivo del Reino de Galicia en La Coruña. Un buen ejemplo de esos profundos vínculos políticos es el hecho de que el prólogo del siguiente poemario gallego de Rosalía, Follas novas, publicado en 1880 pero escrito en su mayor parte durante estos años en Castilla, contara con un prólogo de Emilio Castelar, efímero Presidente de la República en 1873.

    Sin embargo, la restauración de Alfonso XII en 1875, que supuso el final de la aventura revolucionaria, trajo como consecuencia el cese de Murguía como archivero y la pérdida de su puesto de funcionario. Esto obliga a marido de Rosalía a trasladarse de nuevo a Madrid donde trabajará sobre todo como periodista, mientras trata de recobrar su posición social y su puesto de trabajo. Dedicada por completo a su familia y siempre a disposición de las exigencias laborales de su marido, Rosalía no va a publicar apenas nada durante más de diez años, en los cuales van a nacer seis de sus siete hijos.

    Así pues, en torno a los cuarenta años, tanto Božena Němcová como Rosalía de Castro se han hecho un hueco entre la intelectualidad progresista de sus respectivas regiones, son casi las únicas mujeres escritoras de su ámbito, y han dado ya a la imprenta sus principales obras, Babička, Cantares Gallegos y Follas Novas, sobre las que se sustenta todavía hoy su fama literaria. También ambas han sacado adelante con un enorme esfuerzo personal una familia numerosa, a pesar de los problemas derivados de la implicación política de ambas parejas en los movimientos progresistas y revolucionarios de la época. De todos modos, hay que reconocer que la situación familiar no es equivalente ya que la familia Nemec carecía de cualquier tipo de respaldo económico y el cese del esposo provocó un malestar y unas carencias que prácticamente rompieron el matrimonio, mientras que la propia herencia de Rosalía, aunque limitada, permitió evitar esas penurias a su familia en los periodos de cesantía del marido.

    En cualquier caso, minadas por las enfermedades y las fatigas de sus vidas, ninguna de las dos llegará a los 50. De Božena se sabe que ya antes de cumplir los treinta años había comenzado a visitar balnearios y médicos especialistas que solo pudieron aliviar sus dolencias y retrasar el progreso de una enfermedad que acabaría con ella. Acaso potenciada por la lamentable situación familiar que hubo de superar en los años centrales del siglo y las fuertes desavenencias con su marido, su cáncer de útero se reavivó con fuerza a partir de 1860 y puso fin a su vida en 1862, cuando la escritora checa estaba a punto de cumplir 42 años. Rosalía de Castro, que ya en Follas novas dedica uno de sus poemas a esa “Negra sombra” que la acompaña, y que algunos críticos relacionan con la enfermedad que la consumía, va a ver agravada igualmente su condición física una vez cumplidos los 40. Por ello la escritora gallega se recluyó durante los últimos años de su vida en su casa de Padrón, donde murió, también de cáncer de útero, en 1885, con 48 años.

    Aunque Rosalía de Castro escribió en castellano varias novelas menores y su magnífico y último poemario, En las orillas del Sar, de 1884, la fama actual de la escritora se sustenta sobre su obra poética en gallego. De hecho, el mismo Día das Letras Galegas, la fiesta laica más importante en Galicia hoy, se celebra el día 17 de mayo para conmemorar la fecha exacta de publicación de los Cantares Gallegos de Rosalía. La trascendencia de su obra es inmensa, además, en toda España y así, en 1973 el rostro de Rosalía apareció reproducido en el billete de 500 pesetas, acompañado de unos versos de Follas Novas.

    También para un billete de 500 coronas impreso en 1997 fue elegido un retrato juvenil de Božena Němcová, seleccionada así por la República Checa como una de las personalidades más importantes de la nación y la única escritora del país que ha recibido ese homenaje. De hecho, su novela Babička, que sigue siendo allí el libro checo más leído, ha sido publicada más de 300 veces en su lengua original en estos últimos 150 años y traducido a más de 20 idiomas. [E. G.]