3.1.2. Mujercitas

 

    Por mucho que hoy en día a cualquiera de nosotros pueda parecernos inapropiado, lo cierto es que en casa de los Capuleto se insiste varias veces en que: Julieta “is yet a stranger in the world; / She hath not seen the change of fourteen years”. En efecto, una de las historias de amor más famosas de la literatura universal tiene como protagonista a una adolescente casi impúber que se casa con su novio sin el consentimiento de su padre, se fuga de casa haciéndose pasar por muerta y se suicida desesperada. De una forma un tanto prosaica, semejante precocidad, por otra parte ajena a las fuentes del autor, parece justificada por el hecho de que ese papel debía ser interpretado en el Londres isabelino por un actor imberbe. Pero más allá de este último detalle, la tríada que viene a continuación subraya hasta qué punto, contra lo que podríamos suponer, la relación sentimental entre una Julieta adolescente y su Romeo poeta, -bastante mayor, por cierto, que Romeo- no es un mero tema literario, y lleva incluida, por desgracia, como para Julieta, la muerte de la joven.

     Sophie von Kühn tenía 12 años cuando en el otoño de 1794 conoció en su residencia familiar de Grüningen, en la actual Turingia, a un joven funcionario, inspector de las minas de sal del gobierno de Sajonia, llamado Friedrich von Hardenberg, a quien la posteridad conoce como Novalis. Novalis, uno de los grandes poetas alemanes del Romanticismo, tenía entonces 24 años, el doble que Sophie, pero se enamoró perdidamente de aquella niña, que correspondió a su amor. Unos meses despúes, el día en que Sophie cumplió 13 años, el 17 de marzo de 1795, se comprometieron oficialmente.

    Ese mismo año de su compromiso, la prometida de Novalis dio las primeras señales de padecer tuberculosis. El proceso de la enfermedad fue muy rápido a pesar de que la joven fue intervenida en varias ocasiones. Una naturaleza tan poco desarrollada como la Sophie carecía de defensas contra una dolencia ya de por sí mortífera en aquella época y que acabó con ella en 1797, dos días después de que cumpliera los 15 años.

    La obra de Novalis, que está considerado uno de los mejores representantes del Romanticismo europeo, se interpreta tomando como eje central esta primera, frustrada y dolorosa experiencia sentimental. La pasión del escritor por su amada puede seguirse en sus principales obras poéticas pero da forma, sobre todo, a una de sus piezas mayores, el número 3 de los Himnos a la noche. De todos modos, la biografía de Novalis no parece haber sido tan restrictiva: ya en diciembre de 1798 formalizó un nuevo compromiso con Julie von Charpentier, de 22 años, con quien no llegó a casarse pues el propio poeta murió, también de tuberculosis, a los 28 años.

    50 años después de la muerte de la sajona Sophie von Kühn, en enero de 1847, moría con 24 años en Richmond, en los EE.UU., Virginia Clemm, la joven esposa de Edgar A. Poe. Poe y su mujer eran primos carnales: la madre de ella, de soltera Poe, era hermana del padre natural del escritor. El futuro poeta, que se había criado con su familia adoptiva en Richmond y no había llegado a conocer a la familia de su tía, que vivía en Baltimore, hasta 1829, en 1833, tras romper con su padrastro, se fue a vivir con ella. Muy poco después, en 1835, Poe, que entonces trabajaba de periodista en Richmond, planeaba ya casarse con Virginia. El escritor tenía 26 años; ella estaba a punto de cumplir 13.

    Los acontecimientos se precipitan. Despedido del periódico por borracho, Poe regresa a Baltimore y en septiembre de ese mismo año se casa en secreto con su prima. Solo al año siguiente se hace público el matrimonio pero incluso entonces tienen que falsificar la edad de la esposa. La continuación de la historia es de sobras conocida: Virginia enfermó de tuberculosis en 1842 y murió de esta enfermedad en enero de 1847.

    La última etapa de la enfermedad de la esposa de Poe estuvo marcada por el hundimiento paralelo de la estabilidad emocional de su marido y por una profunda crisis económica de la familia que los sumió en la miseria. Viudo, Poe no llegaría ya a recuperarse, por más que intentara volver a mantener relaciones sentimentales con algunas otras mujeres. Sin embargo, todo este sufrimiento está detrás de algunas de las obras más hermosas de Poe y poemas tan importantes como Annabel Lee, de 1849, están inspirados por el amor que sintió hacia su joven esposa. Hoy, Poe y Virginia descansan juntos.

    60 años después de la escritura de Annabel Lee, el poeta español Antonio Machado se desposaba en Soria con la joven Leonor Izquierdo, de 15 años. Él tenía 34. En este caso, su relación se prolongaba desde había más de dos años. Hija de un sargento de la Guardia Civil, Leonor conoció a Machado en Soria a principios de 1908. Ella había ido a vivir, con 13 años, a la pensión que regentaban sus tíos en la ciudad y allí residía precisamente el poeta, catedrático de francés del instituto de Soria desde comienzos de curso. Él era madrileño, no conocía a nadie en la ciudad y tampoco se sabe que hubiera tenido amoríos antes.

    La atracción de Machado por Leonor parece haber sido inmediata: ese mismo año, cuando ella cumple 14, se comprometen y su boda queda fijada para 1909, en el momento en que ella ya tenga los 15. El amor y buen entendimiento de la pareja fue reconocido por todos los que los conocieron en aquellos años pero no duró mucho. En 1911, durante un viaje a París, Leonor da síntomas por vez primera de tuberculosis. El matrimonio regresa de inmediato a Soria, cuyo clima frío y seco es más benigno para la enferma. Sin embargo, al año siguiente la dolencia se recrudece y Leonor muere en agosto de 1912, a los 18 años.

    La reacción de Machado es inmediata: abandona Soria, a donde no regresará nunca, y comienza a escribir una serie de poemas sobre la muerte de su mujer, como A José María Palacios, que se cuentan hoy en día entre los más hermosos de la literatura española de todos los tiempos. De hecho, su amor de madurez por la adolescente Leonor Izquierdo resulta esencial para la interpretación de buena parte de la obra de Machado y todavía hoy los amantes de su lírica siguen llevándole flores a su esposa a su tumba en El Espino. [E. G.]