GÉNOVA: CIUDAD DE MARINOS, MERCADERES Y BANQUEROS

 

   Los orígenes de Génova como estado independiente se sitúan en el siglo XI como resultado de varios procesos históricos que permitieron a los genoveses cortar los vínculos que los sometían al gobierno del Sacro Imperio Romano Germánico:

    - Presión musulmana sobre las costas del Mediterráneo noroccidental. Durante la primera mitad del siglo XI la taifa de Denia, que controlaba las Baleares, llevó a cabo una serie de incursiones contra Provenza y Liguria que obligaron a los habitantes de esas zonas costeras a organizar su defensa de forma autónoma. En la segunda mitad, pasado ya el peligro musulmán, Génova se alió con Pisa para controlar Córcega y extender su dominio marítimo por el Mediterráneo occidental.

    - Crisis del Imperio Germánico. En la segunda mitad de ese mismo siglo fue en aumento el enfrentamiento entre el Imperio y el Papado hasta llegar con Enrique IV y Gregorio VII a la Querella de las Investiduras. Esto favoreció la autonomía de las ciudades más alejadas del conflicto, como Génova y Venecia, que no cuestionaban una autoridad imperial meramente teórica ni temían la intervención directa del Papa.

    - Orígenes de la I Cruzada. Finalmente, en la última década del siglo XI, la organización de la I Cruzada puso en manos de las grandes ciudades navieras como Génova el transporte de buena parte del ejército cristiano y el mantenimiento de las comunicaciones entre los nuevos estados latinos de Oriente y el interior del continente europeo. Esto amplió definitivamente las aspiraciones comerciales de Génova a todo el Mediterráneo.

    Sin embargo, Génova no estaba sola en su auge como república marítima comercial. Ya desde el siglo XII comenzó a competir con otras ciudades italianas de desarrollo paralelo, sobre todo Pisa y Venecia. El enfrentamiento con Pisa se resolvió militarmente en 1284 en la batalla naval de Meloria, en la que la armada genovesa derrotó y destruyó la pisana y arrasó Porto Pisano, su gran base naval en el Tirreno. A partir de ese momento fue Florencia quien se hizo control de la  Toscana , dejando el dominio del mar a los genoveses.

    El enfrentamiento con Venecia, sin embargo, fue mucho más largo y costoso. En 1204, durante la IV Cruzada, los venecianos consiguieron que el ejército cristiano conquistara Constantinopla, cediendo los derechos comerciales del nuevo estado a la Serenísima. A su vez, Génova dio su apoyo al pretendiente bizantino al trono del Imperio, Miguel VIII Paleólogo. La restauración bizantina en Constantinopla a partir de 1261 proporcionó a Génova el control de importantes enclaves en el Egeo y Asia Menor como Quíos y Esmirna, le abrió las puertas del Mar Negro e incluso le permitió el establecimiento de factorías comerciales en Crimea como Caffa, la actual Feodosia.

    A finales del siglo XIII, por lo tanto, Génova se hallaba en el cenit de su imperio marítimo pero los venecianos no habían perdido sus dominios comerciales en Oriente y el enfrentamiento entre Génova y Venecia se prolongó durante los siglos siguientes. Resulta llamativo en este sentido que, pese a todo, Génova adaptase su forma de gobierno a la manera veneciana, sustituyendo el antiguo cargo de Podestà por el de Dogo, a imagen del Dux de Venecia.

    El siglo XV marcó el inicio de la decadencia de Génova como potencia internacional. Primero perdió definitivamente su lucha contra Venecia durante la Guerra de Choggia a finales del siglo XIV; en las décadas siguientes, Aragón se hizo con el control de Cerdeña, parte de Córcega y de buena parte del comercio con África en el Mediterráneo occidental. Por último, la desaparición del Imperio Bizantino y la intervención de Francia en la península itálica a mediados del XV acabaron por hacer de la Señoría de Génova un actor menor en el panorama político europeo.

    Con todo, en el siglo XVI Génova seguía siendo un atractivo aliado tanto para Francia como para España. Aunque en principio Génova se había puesto al servicio de Francisco I, Carlos V consiguió llegar a un acuerdo con el almirante Andrea Doria para que sus barcos formaran parte de la armada imperial y, a partir de ese momento, Génova y Milán fueron las dos piezas fundamentales del poder imperial en el norte de Italia. Además, la segunda mitad del siglo XVI conoció la expansión de los grandes banqueros genoveses, que acabaron siendo el principal sostén económico de las empresas militares europeas de los Austrias españoles, a cuenta de las remesas de plata americanas. Por todo ello, tras la derrota del Imperio en la Guerra de los 30 años, la posición política de Génova se hundió definitivamente, como mostró el bombardeo al que la ciudad se vio sometida por parte de la armada de Luis XIV en el año 1684.

    Durante siglo XVIII Génova fue ambicionada tanto por Francia como por Austria y Saboya. A mediados de siglo se vio obligada a vender Córcega a Francia e incluso, en 1805 llegó a verse integrada en el Imperio Francés, de donde pasó en 1814 al Reino de Cerdeña de la casa de Saboya, perdida definitivamente su independencia. [E. G.]