DECAMERÓN: LA PRIMERA GRAN COLECCIÓN DE CUENTOS

    El Decamerón de Boccaccio es uno de los ejemplos más completos del sistema de creación cultural europea basado en la adopción y adaptación de nuevas técnicas y estructuras literarias, de las pautas de difusión de un modelo de prestigio por toda Europa e incluso del proceso de transformación interna a lo largo del tiempo que acaba originando nuevos modelos.

    En primer lugar, la obra de Boccaccio presenta un itinerario bien documentado con el desarrollo de un modelo literario propio en la cultura europea a partir de elementos previos consolidados en otra cultura. Como hemos recogido en otros lugares de esta web el género narrativo breve en prosa, el cuento, tiene unos orígenes, en su modalidad escrita, vinculados a los “exempla” que utilizaban las órdenes religiosas como la de los dominicos para la predicación. A partir de esta necesidad práctica de índole religiosa, se difundieron por Europa desde el siglo XII diversos tipos de colecciones de relatos breves, como la Disciplina clericalis de Pedro Alfonso o el anónimo Calila e Dimna, que suministraban a los predicadores estos apólogos a partir, fundamentalmente, de la tradición literaria oriental. Pero no solo el nuevo subgénero literario procedía de esta tradición externa a la civilización occidental; algunas de estas colecciones narrativas, además, proporcionaban un modelo estructural bien definido: el relato marco, es decir, una narración inicial envolvente, de cuyo desarrollo depende el resto de los relatos. Este modelo compositivo, cuyo ejemplo más famoso es la historia de Sherezade en Las mil y una noches, se encuentra también, por ejemplo, en el mencionado Calila e Dimna y, sobre todo, en el Sendebar o Libro de los siete sabios, del que se leían versiones en lengua vulgar y latina ya en la primera mitad del siglo XIII, tanto en la península ibérica como en la itálica.

    Este modelo estructural se difundió por todo el sur de Europa a partir de esa época y es, por ejemplo, el que sirve, aunque de forma rudimentaria, para la composición en castellano del Libro del conde Lucanor de don Juan Manuel. Pero el uso magistral y definitivo de este modelo importado a la literatura europea lo lleva a cabo Giovanni Boccaccio a mediados de siglo XIV en el Decamerón, obra, por otra parte, que presenta junto con el uso de esta técnica tradicional una serie de innovaciones fundamentales para la futura evolución del género. La principal de estas innovaciones es de carácter temático: en el Decamerón los cuentos no son “enxiemplos”, es decir, no tienen una función moralizadora ni son susceptibles de ser usados en la predicación. Tal y como plantea la propia trama argumental, las narraciones recogidas en el libro solo pretenden entretener, ayudar a pasar el rato y a olvidar las desgracias y el acecho de la muerte en un ambiente culto y elegante.

    Recordemos que el relato marco sitúa la narración de los cien cuentos que componen el Decamerón en un contexto muy específico: diez jóvenes florentinos, siete mujeres y tres hombres, han salido de la ciudad huyendo de la peste y permanecen recluidos en una quinta aislada a la espera de que pase el peligro de contagio. Durante diez días –más dos viernes y dos sábados, que reservan a la oración-, para entretener el ocio forzado de la espera, deciden contar un cuento cada uno cada día, de acuerdo con el tema elegido para la ocasión:

Día 1: Tema variado.

Día 2: Final feliz.

Día 3: Se obtiene lo que se ha deseado largo tiempo.

Día 4: Amores infelices.

Día 5: Amores felices tras difíciles pruebas.

Día 6: Agudeza en las respuestas.

Día 7: Agudeza de las mujeres para engañar a sus maridos.

Día 8: Burlas en general.

Día 9: Tema variado.

Día 10: Aventuras caballerescas.

    Como puede verse, la temática, aunque variada, gira sobre todo en torno a dos ideas fundamentales: el amor y el ingenio. No hay lugar para la enseñanza moral ni para la predicación religiosa y, de hecho, aunque durante toda la Edad Media el Decamerón gozó de un prestigio literario insuperable, a partir del siglo XVI, la presión rigorista de la nueva mentalidad contrarreformista hizo que la obra de Boccaccio entrara en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición.

    De todos modos, a pesar de esa ausencia de interés moralizante, no debemos olvidar que tanto por sus orígenes formales como por el ambiente en el que se desenvuelve el argumento de la mayoría de los cuentos del Decamerón, nos encontramos ante una obra plenamente medieval, que comparte los gustos y el espíritu de otras grandes obras literarias de la época como determinada poesía de los trovadores provenzales, los Carmina burana latinos o el Libro de Buen Amor castellano. En realidad, si algo añade Boccaccio, además de la conversión en materia literaria del mundo burgués de las ciudades artesanales del norte de la península itálica, es una forzada vinculación de su producción literaria con el mundo clásico de la Antigüedad, vinculación que el autor florentino establece a partir de diversos elementos secundarios pero muy llamativos y de largo recorrido estético: la utilización de nombres de etimología griega para designar a los narradores, el propio título de la obra o las alusiones literarias a la mitología clásica que aparecen en algunos de los relatos…

    Aunque el Decamerón se presenta en la historia de la cultura europea como uno de los modelos creativos del Renacimiento, no hay ninguna relación directa entre esta obra y los modelos reales de la Antigüedad clásica, ni siquiera en cuanto a los argumentos de las narraciones insertas, entre las que apenas aparece algún relato de ambientación grecorromana. No solo la estructura narrativa es medieval e incluso ajena a la tradición occidental, sino que la mayoría de las fuentes de donde proceden los argumentos de los cuentos son también medievales. En realidad, el Decamerón lo que refleja con claridad es ese proceso de reconstrucción interesada de un modelo ficticio del mundo clásico que va a caracterizar a la cultura europea del Renacimiento. Solo en este sentido, como obra medieval que se quiere vincular a un mundo creativo superior al de los prototipos culturales de la época central de la Edad Media, es como puede ser considerada una obra de arte protorrenacentista.

    El Decamerón estaba escrito hacia 1353 y, a partir de ese momento, se convirtió en uno de los modelos narrativos de prestigio de la literatura europea. Es muy probable que ya en 1373, durante su primera misión diplomática en Florencia, Geoffrey Chaucer tuviera contacto con la obra de Boccaccio que iba a proporcionarle el modelo del libro que pocos años después iba a hacerlo inmortal, los Cuentos de Canterbury. Por cierto, en la obra de Chaucer ya pueden verse las líneas de evolución que va a seguir el género en los siglos siguientes: debilitamiento del papel estructurador del relato marco y preferencia temática por las narraciones variadas de mero entretenimiento. Poco posterior es la primera traducción del Decamerón al francés, realizada por el humanista Laurentius Campanus –Laurent de Premierfait- hacia 1413 a partir de una traducción latina de fray Antonio d´Arezzo. De la influencia directa del Decamerón en la literatura en francés dan cuenta tanto las Cent nouvelles nouvelles de mediados del siglo XV como, sobre todo, el Heptamerón de Margarita de Navarra, ya en pleno Renacimiento, que recoge no solo la idea del marco narrativo sino incluso el mismo número de narradores que Boccaccio.

    Sin embargo, ya desde el siglo XV, entre los escritores que siguen los pasos de Boccaccio en la península italiana se puede seguir la tendencia a convertir este tipo de obras en meras recopilaciones de narraciones cortas en prosa cada vez más independientes del marco narrativo o, simplemente, ajenas a éste. De hecho, ya en el siglo XIV, en las Trecentonovelle de Franco Sacchetti, colección de origen popular, el autor se limita a acumular una tras otra las narraciones sin ningún vínculo entre ellas y, de forma parecida, a mediados del XV, Masuccio Salernitano compone su Novellino, en el que, suprimiendo el marco narrativo, los relatos quedan agrupados en cinco bloques de diferente temática, si bien predominan el tema amoroso y la crítica anticlerical, lo cual hizo que esta obra fuese también prohibida por la Inquisición. El punto final de esta deriva lo puso Mateo Bandello, en la segunda mitad del XVI, con sus Novelle, publicadas entre 1554 y 1573. En este caso, cada uno de los relatos se presenta de forma completamente independiente, incluso con una dedicatoria particular. Por ello, cuando Miguel de Cervantes publique a principios del siglo XVII sus Novelas ejemplares de acuerdo con el modelo de la “novela italiana”, el referente literario ya no será el prestigioso pero antiguo y sospechoso Decamerón sino la producción literaria posterior, acomodada a las nuevas modas literarias. Por eso podemos decir que la creación literaria de Boccaccio nos permite recorrer una de las más extensas perspectivas sobre el desarrollo de la literatura europea, que este caso va desde la introducción de las colecciones orientales de apólogos en el siglo XII hasta la consolidación del subgénero narrativo clásico de relatos breves en prosa, la novela corta, en el siglo XVII. [E.G.]

 EDICIONES DIGITALES

    TEXTO ORIGINAL: https://it.wikisource.org/wiki/Decamerón

    TRADUCCIÓN INGLESA: https://digilander.libero.it/il_boccaccio/translate_english/index.html

    TRADUCCIÓN ALEMANA: https://www.zeno.org/Literatur/M/Boccaccio,+Giovanni/Novellensammlung/Das+Dekameron?hl=Decameróne

    TRADUCCIÓN FRANCESA: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5450686x

    TRADUCCIÓN CASTELLANA: https://ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/boccaccio/Decamerón.htm