ANTOLOGÍA DE NOVELAS CABALLERESCAS BRETONAS

 

    Las novelas caballerescas europeas vinculadas de una forma más o menos estrecha a lo que en la Edad Media Central se conoció como Materia de Bretaña se leyeron con fruicción en todo el continente durante un largo espacio de tiempo que fue desde la segunda mitad del siglo XII hasta principios del siglo XVII. Fueron más de cuatrocientos años de relatos de aventuras poblados de damas fieles y hermosas, inexpugnables castillos encantados, caballeros imbatibles, magos y dragones, lujosas vestimentas e intrincadas forestas, amores eternos y duelos a muerte, de acuerdo con un modelo narrativo demandado con pasión por los lectores y repetido hasta la saciedad por los escritores. Desde el Lanzarote de Chrétien de Troyes hasta el Palmerín de Francisco de Morais, las aventuras amorosas y militares de estos caballeros de progenie bretona fueron formádose y consolidándose como materia literaria, diversificándose en infinidad de ramas, asimilando otros motivos temáticos y otras tradiciones narrativas, pasando de corte en corte, de lengua en lengua, de región en región y de siglo en siglo hasta configurar uno de los sistemas literarios más ricos, populares, duraderos y de mayor influencia cultural de toda la historia de la literatura europea.

    Tras el éxito cortesano de las grandes creaciones literarias de Chrétien de Troyes, la novela de caballerías entra en el siglo XIII con una forma narrativa bien definida y una temática a la vez amplia y concreta. Sus seguidores más inmediatos van a construir también relatos de no excesiva extensión, compuestos en pareados octosilábicos, que desarrollen episodios concretos de las leyendas bretonas o aventuras originales de acuerdo con el mismo modelo caballeresco y cortesano. Así lo hacen otros escritores franceses como Renaut de Beaujeu en El Bello Desconocido o el anónimo autor de El cementerio peligroso pero también grandes poetas alemanes de la misma época como Hartmann von Aue en su Erec, Wolfran von Eschenbach en su Parsifal y, sobre todo, Gottfried von Strassbourg en su Tristan. Esta última obra supone, además, la incorporación a este subgénero literario de un nuevo y trascendental personaje de origen también celta pero no artúrico, de acuerdo con un proceso de ampliación temática que ya había comenzado en la corte de Inglaterra.

    En el entorno de Enrique II y de Leonor de Aquitania se había producido la primera refundición de la materia artúrica dentro de un contexto histórico mucho más amplio al servicio de la realeza inglesa, la Historia regum Britanniae de Geoffrey de Monmouth. De este tratado de historia en latín proceden las versificaciones literarias en vulgar donde el rey Arturo y su corte de caballeros iban ocupando un papel cada vez más relevante, el anglonormando Roman de Brut de Wace y el Brut inglés de Layamon.  El hecho de que todo este proceso literario estuviera vinculado directamente a la corte angevina de los Plantagenet explica que la lengua de cultura utilizada de forma prioritaria en estas obras sea el anglonormando. Así, la primera novela caballeresca inglesa será unpoco posterior, el Tristan romance de Thomas de Inglaterra, de la segunda mitad del siglo XII. Pocas décadas después este Tristán se había convertido en la fuente principal de la versión germana de von Strassbourg y se había traducido al noruego, facilitando su difusión por Escandinavia.

    En esa misma primera mitad del siglo XIII comienza también la evolución genérica de toda esta materia literaria. Se acentúa un proceso que ya habían iniciado las versiones de Robert de Boron y del propio von Strassbourg, la espiritualización de los temas caballerescos mediante la incorporación de motivos alegóricos, y se lleva a cabo la reconstrucción, a partir de los episodios parciales anteriores, de una inmensa secuencia narrativa en prosa coherente en su complejidad y apta, a la vez, para todo tipo de ampliaciones. En ambos procesos se dotará de protagonismo a una de las creaciones culturales más trascendentales de la Edad Media europea, el Grial.

    La historia de esta mutación genérica puede seguirse a traves de sucesivas recopilaciones. En primer lugar se redacta el Pequeño ciclo del Grial, en tres partes, con la historia preliminar de José de Arimatea, el vínculo con la materia artúrica tradicional, que es la historia de Merlín, y las aventuras caballerescas, centradas en Perceval. Poco después el Lanzarote-Grial, también conocido como la Vulgata artúrica, tiene ya cinco partes, que añaden un bloque de aventuras espirituales, la Quête, y el cierre de todo el conjunto con La muerte de Arturo. Y todavía se escribe otra recopilación posterior, la Post-Vulgata, en la que los dos bloques de aventuras caballerescas se simplifican en la búsqueda del santo cáliz, reuniendo en un solo libro todas las aventuras de Lanzarote, Perceval y el resto de los caballeros de la Mesa Redonda. Al mismo tiempo, el otro gran personaje de la materia de Bretaña, Tristán de Leonís, pasa a formar parte de todo este proceso de ampliación como uno más de los caballeros del rey Arturo.

    De este modo, la temática caballeresca bretona llega al siglo XIV con una estructura literaria muy diferente de la que tenía en sus orígenes pero igualmente bien definida, y difundida por toda Europa desde Islandia hasta Aragón y desde Irlanda hasta Bizancio. Además, su poder creativo sigue siendo tan fuerte que comienzan a aparecer nuevas creaciones caballerescas vinculadas a ese modelo. Tal vez la más antigua y original, si bien carente de trascendencia literaria, sea El caballero Zifar castellano, de hacia 1300. Sobre la base de un argumento más propio de la hagiografía, el autor construye una serie de episodios de estructura y estilo caballerescos a los que añade, incluso, secciones más propias de un tratado didáctico-moral. El híbrido resultante no tuvo repercusión en su época pero doscientos años después resucitó inesperadamente en una edición impresa al rebufo de la renovada popularidad que las novelas caballerescas consiguieron a principios del siglo XVI tras el gran éxito del Amadís.

    Amadís de Gaula, que va a suponer la principal renovación de los modelos artúricos y que dará nueva vida al género, parece haber tenido una primera redacción en ese mismo siglo XIV, aunque solo han llegado hasta nosotros fragmentos fechados en el primer tercio del XV. Aunque la novela ancla su argumento en el mundo mítico de los reyes de Bretaña y sigue las pautas estéticas de las grandes prosificaciones de la Vulgata artúrica, se mueve voluntariamente al margen de los principales personajes y episodios de ese ciclo. Su propuesta literaria viene a reconstruir el mundo artúrico original al margen de la contaminación espiritualizadora que había polarizado toda la materia de Bretaña hacia la búsqueda del Grial. El mundo de Amadís es puramente caballeresco, sin alegorías ni moralizaciones, como lo es también el de otro gran caballero literario del siglo XV, Tirante el Blanco.

    La novela catalana Tirant lo Blanch, del caballero valenciano Joanot Martorell, hunde también sus raíces en el mundo inglés con el que se vinculaba al rey Arturo. Su protagonista es educado para la caballería por un personaje, Guillem de Varoic, surgido en los márgenes de la materia artúrica, pero las aventuras de Tirant lo arrancan rápidamente de este ambiente caballeresco tradicional para conducirlo hacia un nuevo, muy diferente y completamente actualizado Grial, el trono de Constantinopla. Tal vez no sea una coincidencia que ese sea el destino también del hijo de Amadís, Esplandián.

    Mientras tanto, la materia artúrica original había tocado a su fin. Tras una última obra maestra anacrónica, el poema inglés Sir Gawain y el Caballero Verde, del siglo XIV, el canto del cisne de las novelas bretonas lo compuso de acuerdo con las técnicas de las recopilaciones globales en prosa sir Thomas Malory en La muerte de Arturo, entregada a la imprenta en 1485. Sin embargo, no debería engañarnos la fama actual de esta novela. En su época, la obra de Malory apenas fue conocida fuera de su Inglaterra original. En el siglo XVI, las novelas caballerescas que se difundían por Europa en todo tipo de traducciones, versiones y refundiciones, con un inmenso éxito popular y una enorme influencia cultural, tenían como referente un mundo artúrico de segunda mano, el de Amadís de Gaula, convertido en el gran caballero andante del Renacimiento a partir de la versión castellana de Garci Rodríguez de Montalvo publicada en Zaragoza en 1508. [E. G.]

 

 

EL BELLO DESCONOCIDO  - R. DE BEAUJEU

LANZAROTE EN PROSA

TRISTAN - G. VON STRASSBOURG

EL CABALLERO ZIFAR

SIR GAWAIN Y EL CABALLERO VERDE

LA MUERTE DE ARTURO - Th. MALORY

TIRANT LO BLANC - J. MARTORELL

AMADÍS - G. Rguez. de MONTALVO