PORTUGUÉS: MUCHO MÁS QUE LA LENGUA DE CAMÔES

     El portugués es una lengua romance flexiva, procedente del galaicoportugués medieval. Con aproximadamente 217 millones de hablantes, el portugués es la sexta lengua materna más hablada del mundo. Actualmente es la lengua principal de Portugal, Brasil, y los países africanos de colonización portuguesa como Angola y Mozambique.

     La lengua portuguesa se originó en el norte de Portugal y en Galicia, en la provincia romana de Gallaecia, que a partir del siglo VI coincidió con el territorio político del reino suevo. De hecho, se cree que los suevos fueron los responsables de la diferenciación lingüística de la zona. Posteriormente, con la Reconquista, este nuevo modelo lingüístico fue avanzando por lo que actualmente es el centro y sur de Portugal. Sin embargo, la configuración actual de la lengua fue largamente influenciada por los dialectos mozárabes hablados en el sur, en la parte occidental de la antigua Lusitania.

     Los registros más antiguos de una lengua portuguesa distinta aparecen en documentos administrativos del siglo IX, pero con muchas frases en latín. Poco después, en 1143, Portugal se convirtió en un reino independiente. La separación política entre Portugal y Castilla  permitió que los dos países desarrollasen sus lenguas vernáculas en direcciones diferentes. En 1290, el rey D. Dinis creó la primera universidad portuguesa en Lisboa (el Estudo Geral) y decretó que el portugués, que entonces era llamado, como el resto de las variedades romances, "lengua vulgar", fuese usado en vez del latín clásico y conocido como "lengua portuguesa". En 1296, el portugués es adoptado por la Cancillería Real, usado ahora no sólo en poesía, sino también en documentos legales y notariales.

     Hasta 1350, el idioma galaico-portugués permaneció solo como lengua nativa de Galicia y Portugal; pero en ese mismo siglo XIV, también fue adoptado por muchos poetas leoneses y castellanos. En esa misma época, la lengua en Galicia comenzó a ser influenciada por el castellano mientras que en Portugal, la variante centro-meridional fue convirtiéndose poco a poco en la lengua culta del país. Entre los siglos XIV y XVI, con los descubrimientos portugueses, la lengua portuguesa se extendió por muchas regiones del mundo y se convirtió en "lengua franca" en Asia y África. La expansión del idioma fue ayudada por matrimonios mixtos entre los portugueses y los indígenas y por los esfuerzos evangelizadores de los misioneros católicos.

     Los primeros documentos literarios conservados pertenecen a la lírica galaicoportuguesa, desarrollada entre los siglos XII y XIV con una importante influencia de la poesía trovadoresca provenzal; esta lírica, que estaba formada por canciones o cantigas breves, se desarrolló primero en las cortes de Galicia y el norte de Portugal, y más tarde se trasladó a la corte de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y de León, todavía en portugués. Otros poetas desarrollaron su arte en la corte del rey Alfonso III de Portugal, y más tarde en la de Dinis I, ambos monarcas protectores de la cultura. Estas obras fueron recogidas en cancioneros como el Cancionero de Ajuda. También se escribieron en esa época libros de caballerías, como la Demanda do Santo Graal y, posiblemente, la primera versión, hoy perdida, del Amadís de Gaula.

     El siglo XV es una época influencia de la poesía renacentista italiana, en especial de Petrarca. Evidencias de esta influencia son el gusto por la alegoría o las referencias a la Antigüedad clásica. En esta época se coleccionaron cancioneros como el Cancioneiro Geral, que contiene la labor de unos 300 caballeros y poetas de tiempos de Alfonso V y Juan II.

     El siglo XVI se abre para la literatura portuguesa con la introducción de nuevos géneros, provenientes en general del extranjero, sobre todo de la península italiana. Entre ellos se encuentra la poesía pastoril, introducida por Bernardim Ribeiro. Estas composiciones, al igual que las Cartas de Sá de Miranda, estaban compuestas en versos de arte mayor. La épica se desarrolló sobre todo gracias a la fundamental figura de Luís de Camões, quien fue capaz de fundir los elementos clásicos y los nacionales para crear una nueva poesía, y sobre todo una verdadera épica culta nacional, en especial en su obra  Os Lusíadas .

     Gil Vicente es considerado el "padre del drama portugués", gracias a sus cuarenta y un piezas (catorce en portugués, once en español y las demás bilingües) entre las que hay autos sacramentales, obras devocionales, tragicomedias y farsas. La prosa, por su parte, siguió estando dedicada durante el siglo XVI fundamentalmente a la historia y a los libros de viajes. Valga como muestra de este tipo de obras la Peregrinación de Fernão Mendes Pinto. Por otra parte, la primera gramática portuguesa, obra del presbítero y profesor de retórica de Coimbra Fernando de Oliveira, se publicó en Lisboa en 1536.

     A comienzos del siglo XIX, la literatura portuguesa experimentó una revolución literaria iniciada por el poeta Almeida Garrett, quien había entrado en contacto con el Romanticismo inglés y francés durante su exilio, y que decidió basar sus obras en la tradición nacional portuguesa. En su poema narrativo Camões (1825), rompió con las reglas establecidas de composición; su elegante prosa está recogida en la obra miscelánea Viagens na minha terra. Tras producir algunas tragedias clásicas, la mejor de las cuales es Cato, Almeida Garrett se propuso reformar la escena portuguesa para lo cual tomó algunas de sus ideas de la escuela anglo-alemana. Con el objetivo de crear un teatro realmente nacional, eligió temas de la historia portuguesa y creó una serie de obras en prosa que culminaron con Hermano Luiz de Sousa, una auténtica obra maestra. Por su parte, Anthero de Quental dejó unos sonetos elegantes pero pesimistas, inspirados en el neo-budismo y en las ideas agnósticas provenientes de Alemania.

     La novela decimonónica portuguesa se inició con obras históricas al estilo de Walter Scott, al que siguió, por ejemplo, Rebello da Silva con A Mocidade de D. João V. La novela de costumbres se debe en Portugal a Camilo Castelo Branco, un rico impresionista que describe la vida de la primera mitad del siglo en Amor de Perdição. Pero sin duda el mayor artista del realismo portugués es José Maria de Eça de Queiroz, al que puede considerarse fundador del naturalismo portugués en obras como Primo Basilio.

     A principios del siglo XX surgió el grupo de la "Renascença Portuguesa", alrededor del cual se integraba el movimiento conocido como Saudosismo, nostálgico y subjetivo, y cuyo máximo representante era el poeta Teixeira de Pascoaes. Sin embargo, el gran poeta de comienzos del siglo es Fernando Pessoa, quien no alcanzó un gran éxito en vida, pero que tras su muerte ha pasado a ser considerado como el mejor poeta portugués de todos los tiempos, en competencia únicamente con Camôes. Otro poeta de esta época, que compartió páginas con Pessoa en la revista modernista Orpheu, fue Mário de Sá-Carneiro, poeta "maldito" que se suicidó en París en 1916.

     El contexto político de la dictadura fomentó posteriormente una nueva literatura "de intervención", que se popularizó gracias a nombres como José Cardoso Pires. En los últimos años del siglo XX, y a comienzos del XXI, la literatura portuguesa en prosa ha demostrado una gran vitalidad, gracias a escritores como António Lobo Antunes y sobre todo el Premio Nobel de Literatura José Saramago, autor de novelas como Ensayo sobre la ceguera o La caverna.