ANGLONORMANDO: LA LITERATURA DEL IMPERIO ANGEVINO

     Anglonormando es el término con el que se conoce en la actualidad a lo que fue en la Edad Media Central el más importante de los dialectos del grupo altomedieval de lenguas románicas conocido como “langues d´oïl”, entre las que solo a partir del siglo XIII y muy poco a poco se impuso como lengua principal y común el dialecto parisino, con el nombre de francés.

     Mucho antes de esto el anglonormando había ido conformándose primero como el dialecto regional de Normandía, un territorio semiindependiente en el que se había establecido una numerosa población de origen escandinavo. Estos hablantes tan específicos habían hecho que la lengua románica de la zona evolucionara de forma particular y diferenciada. Tras la batalla de Hastings en 1066 y la conquista de Inglaterra por el duque de Normandía, Guillermo, el anglonormando se convirtió en una de las lenguas de cultura utilizada en los territorios gobernados a ambos lados del Canal de la Mancha por sus sucesores durante un largo periodo de tiempo que llega hasta el siglo XV. Además, en esa primera época, sobre todo durante el reinado de Enrique II en la segunda mitad del siglo XII, el anglonormando fue utilizado por importantes escritores normandos, ingleses y franceses para redactar obras literarias de gran relevancia para la historia cultural de Europa.

     Uno de los primeros de estos autores fue Wace, un clérigo de la isla anglonormanda de Jersey, que escribió su Roman de Brut, traducción en verso de la Historia regum Britanniae de Godofredo de Monmouth, a mediados del siglo XII. Sin embargo, los creadores  más relevantes fueron Beroul y María de Francia, en esa misma época. Beroul fue el primer poeta que desarrolló la leyenda de Tristán e Iseo y María de Francia, la creadora de unos magníficos Lais, basados también en lo que en la Edad Media Central se configuró como “ materia de Bretaña ”, es decir, las tradiciones orales en torno al rey Arturo que dieron origen a un sinnúmero de novelas de caballerías. Incluso el más antiguo manuscrito conservado de la Chanson de Roland está escrito en anglonormando en la propia Inglaterra, lo cual no resulta extraño si recordamos que precisamente la primera alusión histórica a este texto literario tiene lugar con ocasión de la batalla de Hastings, al inicio de la cual un juglar normando habría animado al ejército invasor recitando las hazañas de Roldán en Roncesvalles. 

    Durante estos primeros siglos el anglonormando se convirtió también en la lengua propia de la corte, la administración y las clases acomodadas, relegando el inglés a un nivel secundario. Pese a ello, la relación entre la variedad románica insular y el francés parisino, cada vez más consolidado, nunca se rompió del todo debido a los estrechos lazos políticos, sociales y culturales entre la isla y el continente. Esto hizo que, sobre todo a partir del siglo XIII, conforme la monarquía angevina veía reducidos sus dominios a Gran Bretaña, se impusieran allí el inglés como lengua propia y un francés más estandarizado como lengua para los intercambios culturales. De este modo, ya en el siglo XIV hallamos muy poca producción literaria relevante en anglonormando. Al siglo siguiente esta variedad prácticamente había desaparecido de la isla, quedando reducida, hasta el día de hoy, en la forma de habla local, a puntuales localizaciones de la Normandía francesa. [E. G.]