POSGUERRA: LA DESTRUCCIÓN DE LA CULTURA EUROPEA

    Utilizamos el término Posguerra para referirnos al periodo final de la historia de la cultura europea, que va desde la terminación de la I Guerra Mundial y la fundación de la Sociedad de Naciones en 1919, hasta la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS en 1991. Abarca, por lo tanto, la práctica totalidad del siglo XX, una época marcada ante todo por la decadencia política y cultural padecida en el continente europeo tras el terrible trauma de la I Guerra Mundial, acentuada por la destrucción casi absoluta sufrida veinte años después. Si desde un punto de vista general este periodo representa ante todo la ascensión de la cultura norteamericana como imperio global, a escala europea se produce una serie de procesos inversos de reducción, subordinación e incluso aniquilación.

     La I Guerra Mundial tiene una especial importancia en este proceso al dejar en evidencia la degeneración moral e intelectual a la que habían conducido los movimientos imperialistas de tipo capitalista propios del siglo XIX. Aunque una parte importante de esos imperios europeos, Francia y Gran Bretaña, salieron aparentemente vencedores del conflicto, en realidad la dependencia económica de todos ellos del nuevo gran actor de la política mundial, EE.UU., generada por el conflicto, era tan grande que la aparente continuidad de los años 20 resultó ser un mero espejismo. Por otra parte, el asentamiento de la URSS como otra potencia mundial, preparó el terreno para la gran catástrofe de los años 30.

     La II Guerra Mundial culminó el proceso iniciado en 1914. Las potencias europeas, incluyendo a la vencedora, Gran Bretaña, quedaron arrasadas en todos los sentidos. La creación de la ONU, donde Gran Bretaña y Francia ejercían ya solo de comparsas de la cabeza visible del bloque capitalista, fue la imagen gráfica del proceso de subordinación política de Europa, acompañado de un proceso cultural paralelo. Por otra parte, la incapacidad de la URSS para imponer su modelo social, en la medida en que se trataba de un modelo propio del pensamiento europeo del siglo XIX, no ha resultado menos ajena a la caída de Europa de lo que lo fue en su día el fracaso del fascismo, otro modelo cultural también específicamente europeo.

     A partir de los años 50 y hasta la caída del Muro de Berlín, el proceso de decadencia europea ha continuado inevitable. Ciertamente, en casos puntuales algunos grandes escritores europeos como Camus, Beckett o Calvino han sido capaces todavía de producir obras maestras dentro de los cánones de mayor exigencia pero han sido casi siempre producciones aisladas y pocas veces han tenido un trascendencia comparable a la que hubieran podido tener siglo atrás. En general, han sido movimientos literarios extraeuropeos, sobre todo norteamericanos como la literatura Beat e incluso sudamericanos, como el Boom,[i] los que se han impuesto en la trayectoria de la cultura actual. Mientras tanto, algunas corrientes europeas de carácter regional, como la nouvelle roman francesa, han demostrado con su inanidad el profundo abismo en el que se ha ido hundiendo nuestra cultura.

     La caída del comunismo en la URSS, último refugio de un pensamiento específicamente europeo, puede señalarse como el punto final de una cultura de más de mil años, condenada ahora a reinventarse o, más probablemente, a desaparecer. [E. G.]

 


[i] .- Un ejemplo muy gráfico de ello es la enorme influencia que se puede detectar en el gran novelista chino de la actualidad, Mo Yang, especialmente en su obra maestra, Grandes pechos, amplias caderas, de la obra de García Márquez.