A. BENOIT-DUSASOY et G. FONTAINE: LETTRES EUROPÉENNES

 

A. Benoit-Dusausoy et G. Fontaine: Lettres Européennes. Manuel universitaire d´histoire de la litterature européenne, De Boeck, Bruxelles, 2007.

 

    Antes que nada, conviene dejar constancia del amplio aliento que da forma a este manual universitario de literatura europea. He aquí la Table des Matières:

1: Les héritages

2: Genèse des lettres européennes

3: Du Moyen Âge à la Renaissance italienne

4: L´Humanisme de la Renaissance

5: La seconde moitié du XVIème siècle

6: Baroque triomphant et Classicisme français

7: Le premier XVIIIème. siècle: Les Lumières

8: La seconde moitié du XVIIIème siècle

9: La première moitié du XIXème siècle

10: Le second XIXème siècle

11: La “Fin de siècle”

12: Les premières décennies du XXème siècle

13: Le temps des idéologies

14: L´après-guerre: 1945-1968

15: Tendances et figures contemporaines

    A su vez, cada uno de estos capítulos, excepto el primero, se construye con una misma estructura tripartita: Un tour d´Europe, Un genre littéraire y Les auteurs phares. En el primer bloque, se lleva a cabo un repaso general a las características principales de la correspondiente época desde una perspectiva paneuropea; luego, se selecciona un género literario típico de esa etapa para analizar sus características y su evolución; por último, se comenta la producción literaria de en torno a 5 autores representativos del periodo. Copiaré, a modo de ejemplo, la estructura del capítulo 8, La seconde moitié du XVIIIème siècle:

I: Un tour d´Europe

II: Un genre litteraire: le roman par lettres

III: Les auteurs phares: Rousseau, Sterne, Sade, Goethe, Jan Potocki

    Por último, para ejemplificar cómo se plantea el desarrollo de la parte más teórica, ese “tour d´Europe” que abre cada uno de los capítulos, anotaré la composición detallada de este mismo apartado, referido a la segunda mitad del XVIII:

a: Les Lumières: panorama de la littérature européenne

1.      L´initiative: France et Angleterre

2.      “Verlinchting”: les lumières aux Pays-Bas

3.      Le sentiment national en Scandinavie

4.      “Aufklärung”: les lumières en Allemagne

5.      “Oświecenie”: les Lumières en Pologne

6.      “Prosveščenie”: les Lumières en Russie

7.      Les Lumières de la Bohême à la Bulgarie: la voix des peuples

8.      “I periodos ton photon”: les Lumières en Grèce

9.      “Illuminismo”: les Lumières au pays de la lumière

10.  “Illustración”, “Illustraçâo”: l´emancipation littéraire de la péninsule ibérique

b: La sensibilité et les génies

1.      Le retour du refoulé

2.      Formes nouvelles du roman

3.      Le bourgeois sur la scène du drame

4.      Le culte du génie: une nouvelle poétique

5.      Le “Sturm und Drang”

6.      Le génie italien: Vittorio Alfieri

c: Classicisme et “Klassik” allemand au-delà du Classicisme

1.      L´”Histoire de l´art antique”

2.      Goethe et Schiller

3.      Richter et Hölderlin

    Como puede deducirse a partir de la estructura general del libro y de este ejemplo concreto, la obra pretende recoger la evolución general de la producción literaria europea a lo largo de más de mil años, en todo el continente, en todas las lenguas en las que se ha producido, destacando, además, los principales géneros literarios utilizados y los principales autores de cada uno de los periodos señalados.

    Quien conozca ya el proyecto que venimos desarrollando desde hace más de tres años en esta Historia de la Literatura Europea, hallará muchas similitudes entre la estructura global de nuestra web y el manual universitario que ahora comentamos. Me detendré en algunas de ellas:

    En principio, la perspectiva de estudio es global, entendiendo la “literatura europea” como un conjunto que ha evolucionado de forma unitaria.

    -          Uno de los elementos esenciales de esa unidad es el concepto de “género literario”, sobre el que se sostiene buena parte de la creación literaria europea.

    -          El marco temporal arranca en la Alta Edad Media, dejando fuera toda la literatura grecolatina de la Antigüedad.

    -          Se da una importancia especial a los principales autores de cada época, la mayoría de los cuales, 44 de 67, coinciden en las dos selecciones.

    -          La división en etapas es muy parecida, sobre todo en la parte referida a la Edad Media, que nosotros hemos denominado Etapa Constituyente.

    Aunque la primera edición de Lettres Européennes sea dos décadas anterior a nuestra web, esta se ha desarrollado de forma independiente hasta este momento, por lo que estas amplias coincidencias entre ambos proyectos permiten reconocer la básica unidad que subsiste bajo el concepto, tan poco teorizado, de “literatura europea”.

    En cualquier caso, Lettres Européennes desarrolla también contenidos muy diferentes de los que pueden hallarse en nuestra web, algo que no podemos pasar por alto. Sin embargo, ante un proyecto tan extenso, original y complejo como el que hemos intentado describir, cercano al millar de páginas de texto, en el que se coordina a un centenar de especialistas de más de una treintena de países, resultaría ridículo detenerse a discutir aspectos concretos del conjunto. En una valoración general como esta solo tiene sentido hacer referencia a aspectos globales que tengan que ver con el diseño general del proyecto.

    Desde nuestro punto de vista, la mayor deficiencia de este manual universitario es la ausencia de una sección inicial en la que se reflexionara sobre los conceptos generales vinculados a una historia de la literatura europea. No se puede dar comienzo a una obra como esta sin definir de antemano, por ejemplo, qué engloba el concepto de “literatura europea” o cuáles son sus límites geográficos y cronológicos. Incluso aunque se dé por supuesto que Europa es un mero concepto geográfico que va de los Urales a Irlanda y del Cabo Norte a la isla de Malta, hubiera sido necesario explicar por qué esa unidad geográfica tiene sentido literario a partir del siglo  VIII  d. C. –ese parece ser el límite cronológico- y no desde el VII a. C., por ejemplo. Igualmente parece necesaria una profunda reflexión acerca de si, como parece entenderse en algunos momentos, el punto de partida es algo más que la suma de las “literaturas nacionales”, sea lo que sea lo que se entienda por “literatura nacional”, otro de los conceptos cuyo significado se pasa por alto. Es una auténtica lástima la ausencia de un capítulo preliminar de este tipo, sobre todo porque el planteamiento de los autores es, en general, mucho más moderno y atrevido que en cualquier otro texto de los que hayamos leído hasta ahora sobre literatura europea y hubiera supuesto un inmenso salto adelante que se hubieran esforzado por explicitar sus puntos de partida.

    No es así y el conjunto de la obra padece por ello de una indeterminación teórica que lastra, y en ocasiones deforma, el resultado. Pensemos, por ejemplo, en la parte más insatisfactoria del libro, el apartado final “Tendeces et figures contemporaines”. A lo largo de 50 páginas nos encontramos con un listado tan abrumador como inconsistente de escritores contemporáneos seleccionados y organizados alfabéticamente a razón de uno por país europeo, con dos únicas excepciones a favor de Suiza (3) y Bélgica (2), debido a que estos países tienen más de una lengua oficial. Pocas veces ha resultado tan gráfica la perversión intrínseca que supone la aplicación de criterios de política lingüística a la crítica literaria: un Premio Nobel como Seamus Heaney, uno de los mejores poetas europeos de la segunda mitad del siglo XX, ocupa un lugar similar a varios escritores poco más que locales, y la literatura de una región con una presencia literaria tan limitada hoy como Suiza parece ser el triple de importante que la de Francia porque en este último país solo hay una lengua oficial. Curiosamente, Andorra, que hubiera tenido derecho al doble de escritores que Alemania, está ausente del listado.

    Vemos que este tan bienintencionado como lamentable capítulo final lleva hasta sus últimas consecuencias esa ausencia de reflexión inicial sobre los fundamentos que deberían sostener y dar coherencia a todo el manual. Tal vez la razón última de estas inconsistencias resida en que los directores de la obra optaron por navegar entre dos aguas, como ya recoge el propio título. Se habla por un lado de Lettres Européennes, en plural, remitiendo a una multiplicidad de literaturas europeas, de acuerdo con la perspectiva contemporánea más extendida, que entiende que cada estado o cada lengua de Europa ha desarrollado su propia literatura. Sin embargo, el subtítulo opta por el sintagma “literatura europea”, en singular, de acuerdo con la visión clásica de la cultura europea como una unidad. Ya hemos visto antes que en muchos momentos de la obra, incluyendo el propio Índice, esta concepción unitaria prima. Los primeros capítulos, por ejemplo, aciertan a plasmar la evolución de una literatura común que se desarrolló de forma esencialmente conjunta en diversos lugares, estratos sociales, lenguas o géneros literarios. Son magníficos algunos capítulos concretos, como el dedicado a la Navigatio Sancti Brendani, que ilustra la difusión de un tema procedente de los márgenes de Europa por todos los contextos lingüísticos del continente a través de traducciones. Y, por supuesto, en un manual de origen francófono, se agradece el esfuerzo llevado a cabo para presentar una selección de autores que solo incluye, entre los 30 primeros, 4 de lengua francesa. De hecho, incluso se echa en falta a algún trovador  provenzal  –al fin y al cabo no eran franceses-, Villon o Ronsard. De todos modos, la tradición crítica de los últimos siglos, centrada en el análisis de las “literaturas nacionales” entendidas como la literatura escrita en la lengua propia de un pueblo soberano de un estado, está todavía demasiado presente, incluso en estos primeros capítulos donde hubiera sido más fácil superarla. Así, muy pronto comienza a hablarse de “literaturas nacionales” en relación con los primeros textos literarios en lengua vulgar y a partir de ese momento la importancia del latín como lengua de cultura común, aun siendo tenida en cuenta mucho más de lo habitual, comienza a pasar a un segundo plano.

    Otra reflexión general que también se echa de menos es la de los límites cronológicos. Podemos aceptar que se entienda que la “literatura europea” llega hasta nuestros días como presupuesto básico para la propia existencia del manual, pero ¿por qué comienza éste en el siglo VIII? Enviar la tradición grecorromana al apartado de “Les héritages”, junto a la herencia bizantina o arábigo-andaluza, sin ninguna otra explicación adicional, resulta tan innovador como desconcertante. La relación profunda y permanente de nuestra tradición cultural con el mundo grecorromano ha sido uno de los presupuestos más sólidos de nuestra evolución común, hasta el punto de que es más habitual unir ambos periodos que separarlos. Que aquí se opte no solo por lo segundo sino que Virgilio o Platón sean puestos, sin más, en pie de igualdad con los bardos bretones o con Ibn Quzman resulta desafortunado.

    Pero, en todo caso, si se opta por el siglo VIII –nosotros lo hemos hecho por el VII- ¿por qué se desarrolla en primer lugar la figura de Boecio, de principios del VI? Y lo mismo se puede decir sobre otros asuntos menores, que también muestran una cierta falta de consistencia crítica en la elaboración del proyecto. ¿Bizancio es a la vez una herencia y una parte de la literatura europea? ¿Las antiguas sagas islandesas son más “europeas” que las moaxajas andalusíes?…

    Lamentamos, pues, la ausencia de estas reflexiones iniciales que sin duda hubieran servido para dotar al conjunto de una coherencia mayor de la que tiene su redacción actual. Pero si hemos destacado estas carencias no es porque consideremos que la obra de Annick Benoit-Dusaunoy y Guy Fontaine sea un intento fallido sino porque esas carencias deforman un conjunto que ha de ser considerado, de forma global, un inmenso acierto de planteamiento y ejecución. [E. G.]