FRANÇOIS VILLON: LÍRICA Y DELINCUENCIA

     François de Montcorbier, llamado Villon, nació en París en 1431. Era huérfano de padre, por lo que su madre, de clase humilde, lo confió al capellán Guillermo de Villon, cuyo apellido adoptará a partir de 1456. En 1452, Villon, con 21 años, obtuvo la licenciatura en Artes, que le convertía en un clérigo.

     Villon llevó una vida disipada como estudiante en el Barrio Latino hasta el punto de que a los 24 años mató a un sacerdote en una pelea y hubo de huir de París. Pese a haber sido amnistiado debió exiliarse de nuevo un año más tarde tras haber practicado un robo en el Colegio de Navarra. Fue acogido en la corte de Carlos de Orleans en 1458 y algunos de sus poemas aparecen en manuscritos redactados en el entorno de este príncipe poeta. A partir de entonces llevó una vida errante y miserable por los caminos. Encarcelado durante cierto tiempo en 1461, fue liberado a la llegada al trono de Luis XI y pudo regresar a París tras seis años de ausencia. Detenido de nuevo por una pelea, se le condena a ser ahorcado. Villon apela, al mismo tiempo que escribe su célebre Balada de los ahorcados, y el Parlamento sustituye su pena por un destierro de diez años lejos de la ciudad, tras lo cual, a partir de 1463, cuando solo tiene 31 años, se pierde por completo su pista.

     Villon pasó rápidamente a la leyenda y conoció una celebridad inmediata. Ya en 1489 –él hubiera tenido 59 años- sus obras fueron editadas por la imprenta y una veintena de ediciones reprodujeron ese texto hasta 1533.

     Villon no fue tanto un renovador de la forma de la poesía de su época como de la manera de tratar los temas heredados de la cultura medieval, que conoce perfectamente y a los que insufla su propia personalidad, dando la vuelta al ideal cortés y sustituyéndolo por una descripción burlesca de la realidad.  Desde un punto de vista formal, se limita a adaptar numerosos géneros literarios ya antiguos. Pero, si los temas usados son tradicionales, la vida disoluta del autor daba una profundidad y una sinceridad inusuales a sus poemas, de forma que leemos las obras de Villon como el resumen de una historia personal. En resumen, sin ser revolucionario, Villon toma por su cuenta la tradición literaria, se la apropia y la pervierte para hacerla portavoz de su propia personalidad.

     El Lais es una obra de juventud formada por cuarenta octetos de octosílabos en los que se ve a un Villon divertido ir desgranando una serie de “legados” más o menos burlescos pero siempre crueles, dedicados a sus enemigos. En las estrofas finales retoma, además, el típico tema del sueño poético.

     El Testamento es una obra mucho menos homogénea que el Lais. Comenzada hacia 1461 y considerada su obra mestra, comprende 186 estrofas de 8 versos, que constituyen la parte propiamente narrativa, a la que se añaden 16 baladas y 3 rondeles. Es un obra en la que el autor habla como un hombre muy rico e imagina los legados más cómicos para la gente que detesta. Retoma, pues, la parodia de un acto jurídico, en torno al cual se añaden todo tipo de digresiones sobre la injusticia, el paso del tiempo, la muerte o la sabiduría, al igual que poemas autónomos. Entre la baladas añadidas la más célebre es la Balada de las Damas del tiempo pasado, a la que pertenece el célebre verso: ¿Qué se hicieron las nieves de antaño?

     La llamada Balada de los Ahorcados es el poema más conocido de Villon y uno de los más célebres de la lengua francesa. Son los muertos los que se dirigen a los vivos en una llamada a la compasión y a la caridad cristiana. En este poema el autor habla con la posteridad para solicitar la piedad de los oyentes a la vez que describe sus lamentables condiciones de vida. En un segundo plano, se puede percibir en esta balada una llamada del autor a la piedad del rey, si efectivamente fue escrita en la prisión. Este poema sigue las reglas de la balada clásica, con estrofas que tienen el mismo número de versos que sílabas sus versos, es decir, diez. Cada estrofa termina con un estribillo –“Pero rogad a Dios que nos absuelva”-. La última estrofa es un envío de solo cinco versos.

 

PRINCIPALES OBRAS

     Lais (1456)

     Testamento (1461)

     Balada de los ahorcados (1463)

     Edición prínceps de sus obras (1489)