LAMARTINE: ROMANTICISMO TRADICIONALISTA FRANCÉS

    Alphonse de Lamartine nació en Francia en 1790 en una familia de la pequeña nobleza terrateniente y fue criado en la campiña del este del país en un ambiente tradicionalista y religioso. Tras la época napoleónica, sirvió en la guardia de Luis XVIII pero pronto abandonó el ejército y regresó a su pueblo natal para llevar durante un tiempo la vida despreocupada de un señorito rural.

    Poco después, en 1816, Lamartine mantuvo una fugaz, apasionada y dolorosa relación con una joven casada y enferma de tuberculosis que moriría al año siguiente. Esta relación marcó profundamente al escritor y le inspiró su libro de poesías líricas Meditaciones poéticas (1820), cuyo éxito inmediato lo convirtió en un poeta famoso. No obstante, ese mismo año Lamartine se casa con una joven inglesa y comienza su carrera diplomática en Italia, primero como agregado de la embajada en Nápoles y luego como secretario de la de Florencia. Al mismo tiempo, su fama literaria se ve consagrada con su admisión en la Academia en 1829.

    Al año siguiente, durante la revolución que echó del poder a Carlos X, Lamartine apoyó la nueva monarquía de Luis Felipe de Orleans pero, al no ser elegido diputado, en 1832 realizó un viaje a Oriente y al Santo Sepulcro, de acuerdo con sus convicciones religiosas e imitando a su maestro literario, Chateaubriand. Durante ese viaje muere su hija Julia, lo cual le inspira el poema Gethsémani, que incluirá en su relato Viaje a Oriente.

    En 1833 es elegido diputado finalmente y lo seguirá siendo en repetidas ocasiones hasta 1851. Sin embargo, como consecuencia de graves problemas de dinero que arrastró durante toda su vida, Lamartine piensa en abandonar la política y comienza a redactar su Historia de los Girondinos. Al mismo tiempo, su ideario político va desplazándose hacia la izquierda, hasta el punto de que finalmente llega a convertirse en la cabeza visible de los revolucionarios en 1848.

    Tras la caída de Luis Felipe y la proclamación de la Segunda República, el poeta forma parte de la Comisión del Gobierno Provisional y ocupa la cartera de Exteriores durante unos meses. Entre los principales logros de su política se cuenta la firma del decreto de abolición de la esclavitud pero, cuando se presenta a la presidencia de la República, la elección recae en el futuro Napoleón III y él solo saca un 0,26 % de los sufragios.

    Hacia el final de su vida, arruinado y obligado a ganarse la vida con sus escritos, la calidad de su obra literaria se resiente. Su situación personal llega a ser ruinosa y debe ponerse al servicio de su enemigo político, Napoleón III, cuando este ya se había hecho con el poder absoluto. Finalmente, Lamartine muere en París en 1869, dos años después de que un ataque lo hubiera dejado paralítico.

    El pensamiento político y social de Lamartine va a convertirse en un aspecto esencial de su obra. El poeta evoluciona desde el legitimismo de los años 20 hacia la izquierda pero siempre dentro de unos límites moderados, que ven como un peligro la desaparición de la propiedad. Lamartine cree en el progreso y, en su opinión, las revoluciones son una forma de alcanzarlo. Desde su punto de vista cristiano y tradicionalista, la democracia liberal impulsada por Luis Felipe de Orleans es la traducción política del ideal evangélico. En ese sentido, Jocelyn o La caída de un ángel testimonian las preocupaciones sociales de su autor. Por otro lado, aunque Lamartine es un intelectual religioso, algunas de sus obras fueron incluidas en el Index. Esto no obsta para que su deseo de servir a Dios sea cada vez más fuerte en su obra y la presencia de figuras religiosas es permanente. Finalmente, uno de los rasgos más modernos de su pensamiento es el vegetarianismo, que llegó a defender de forma explícita en algunas de sus obras.

    Maestro del lirismo romántico y cantor del amor, de la naturaleza y de la muerte, Alfonso de Lamartine marca una etapa importante en la historia de la poesía  francesa. Sus elegías siguen la línea de las de Chénier pero sus meditaciones y sus poemas  metafísicos , sobre todo La muerte de Sócrates, son el resultado de una experiencia nueva, alabada incluso por Rimbaud.

    Su obra es inmensa e incluye muchos poemas de circunstancias pero con frecuencia se puede ver en ella la expresión de un artista para el que la poesía es “la encarnación de lo que para el hombre es lo más íntimo de su corazón y lo más divino de su pensamiento”. Algunos de sus contemporáneos, como Flaubert, fueron severos con él, pero hoy en día Lamartine permanece como el gran restaurador de la inspiración lírica en Francia.

 

PRINCIPALES OBRAS

    Méditations poétiques (1820), lírica.

    La Mort de Socrate (1823), lírica.

    Nouvelles Méditations poétiques (1823) y entre ellas «Les Préludes» musicados por Franz Liszt, lírica.

    Le Dernier Chant du pèlerinage d'Harold (1825), lírica.

    Voyage en Orient (1835), memorias.

    Jocelyn (1836), epopeya.

    La Chute d'un ange (1838), epopeya.

    Histoire des Girondins (1847)

    La Vigne et la Maison (1857), lírica.