H. Chr. ANDERSEN: PIONERO DE LA LITERATURA INFANTIL

       Hans Christian Andersen nació en 1805 en Odense, Dinamarca, en una familia casi indigente. A los 11 años murió su padre y Andersen hubo de abandonar la escuela para sobrevivir, lo que no le impidió seguir leyendo todo lo que caía en sus manos. En un primer momento, el futuro escritor quiso ser cantante de ópera y para conseguirlo se trasladó a Copenhague  en 1819. Esta primera experiencia profesional acabó en fracaso pero le permitió conocer el mundo de la música y ser admitido como alumno de danza en el Teatro Real. El propio rey Federico VI se interesó por él e hizo que fuera enviado durante algunos años, hasta 1827, a la escuela de Elsinor. Sin embargo, estos años, según el autor, fueron los más oscuros y amargos de su vida.

    El mismo 1827 Hans Christian logró la publicación de su poema "El niño moribundo" en la revista literaria más prestigiosa del momento. Para 1831 había publicado el poemario Fantasías y esbozos y, en 1833, recibió del rey una pequeña beca que le permitió realizar el primero de sus largos viajes por Europa. Exitosa fue también su primera obra de teatro, El amor en la torre de San Nicolás, de 1839. Por esas fechas, pues, Hans Christian Andersen ya era un escritor consolidado en Dinamarca.

    También fue un viajero empedernido y tras sus viajes escribía sus impresiones en los periódicos. En 1834 llegó a Italia, que le inspiró su primera novela, El Improvisador, de bastante éxito. En este mismo año aparecieron también las dos primeras ediciones de Historias de aventuras para niños. En principio, Andersen no tenía demasiado interés en sus cuentos de hadas, a pesar de que es justamente por ellos por los que es valorado hoy en día. En cualquier caso, continuó escribiendo una segunda serie en 1838 y una tercera en 1843, que apareció publicada con el título Cuentos nuevos. En total, Andersen publicó alrededor de 168 cuentos, entre los que se encuentran «El patito feo», «El traje nuevo del emperador», «El soldadito de plomo», «La sirenita» y «La princesa y el guisante». Sus cuentos para niños continuaron apareciendo hasta 1872. Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, era narrar con su propia voz los cuentos que le volvieron famoso.

    Su vida personal estuvo marchada por la represión de sus tendencias homosexuales, inaceptables en la sociedad burguesa en la que vivía. Andersen a menudo se enamoró de hombres y mujeres inasequibles para él con los que no llegó a establecer lazos duraderos. De hecho, muchas de sus historias se interpretan como alusiones a sus fracasos sentimentales.

    Gracias al éxito de sus cuentos, Andersen adquirió fama en gran parte de Europa y sus obras se tradujeron al francés, al inglés y al alemán; a pesar de ello, en Dinamarca no se le reconocía del todo como escritor debido precisamente a esa dedicación a la literatura infantil. Por fin, en 1866 el rey de Dinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fue declarado ciudadano ilustre de su ciudad natal. En 1875 murió cerca de Copenhague, ya plenamente reconocido como el escritor danés más importante de todos los tiempos.

OBRAS PRINCIPALES

    Cuentos de hadas contados para niños (1835, 1837, 1838)