LAS 100 MEJORES POESÍAS DE LA LÍRICA EUROPEA

LÁGRIMAS POR LA PATRIA de ANDREAS GRYPHIUS

 

    I: TEXTO – Artur Quintana (ed.): Poesía Alemana del Barroco, Bosch, 1981, pp. 332-333.

 

Wir sind doch nunmehr gantz / ja mehr denn gantz verheeret!

Der frechen Völcker Schaar / die rasende Posaun

Das vom Blutt fette Schwerdt / die donnernde Carthaun /

Hat aller Schweiß / und Fleiß / und Vorrath auffgezehret.

 

Die Türme stehn in Glutt / die Kirch ist umgekehret.

Das Rathauß ligt im Grauß / die Starcken sind zerhaun /

Die Jungfern sind geschänd´t / und wo wir hin nur schaun

Ist Feuer / Pest / und Tod / der Hertz und Geist durchfähret.

 

Hir durch die Schantz und Stadt / rinnt allzeit frisches Blutt.

Dreymal sind schon sechs Jahr / als unser Ströme Flutt /

Von Leichen fast verstopfft / sich langsam fort gedrungen

 

Doch schweig ich noch von dem / was ärger als der Tod /

Was grimmer denn die Pest / und Glutt und Hungersnoth

Das auch der Seelen Schatz / so vilen abgezwungen.

 

 

Lágrimas de la patria en el año 1636

 

Estamos destrozados, perdidos, arrasados.

Los pueblos insolentes, las tropas furiosas,

La espada untada en sangre, el cañón retumbante

Devoran los sudores, cuidados y alimentos.

 

El fuego está en las torres, la iglesia derrumbada,

El cabildo en ruinas, los bravos mutilados,

Deshonradas las vírgenes y en todas partes vemos

Que la peste y el fuego las almas van matando.

 

Y aquí en los baluartes fluye la sangre fresca.

Por tres veces seis años las aguas de los ríos

Obstruidos de cadáveres despacio van fluyendo.

 

Y palabra no digo de lo que es peor

Que la peste y la muerte, el hambre y el incendio:

Que a tantos han robado el tesoro del alma.

Trad.: Artur Quintana.

 

    II: COMENTARIO - Cuando el joven Andreas Greif compuso este poema con solo 20 años, llevaba ya 18 padeciendo lo que todavía había de causar mucha más destrucción y muerte antes de llegar a ser la Guerra de los Treinta Años. En ese tiempo también había asistido a la muerte de su padre, con cinco años, y de su madre, con 12, y, obligado a abandonar su Goglau natal por cuestiones religiosas, había vivido una juventud vagabunda a caballo entre la Silesia estremecida por las guerras de religión y la más pacífica y transigente Polonia.

    “Dreymal sind schon sechs Jahr” recuerda el poeta en su texto, remitiendo con exactitud a aquel día de 1618 -el futuro Gryphius contaba por entonces con solo dos años- en el que los nobles bohemios arrojaron a los emisarios del emperador por las ventanas del palacio Hradčrany de Praga. Desde ese año, en efecto, los protestantes checos y sus aliados renanos habían sido batidos en la Montaña Blanca (1620), como lo serían después los daneses que habían venido en su ayuda. Silesia había sido ocupada militarmente por las tropas católicas, arrojando al exilio a todas las familias luteranas, como la del poeta, hasta que intervino Suecia. Grandes y sangrientas victorias como Breintenfeld (1631) y Lützen (1632) abrieron de nuevo Silesia y la propia Głogów -hoy en Polonia- a los protestantes, no sin grandes enfrentamientos que acabaron con más de la mitad de los habitantes de la ciudad. Por esas fechas, Gryphius se había alejado por vez primera de la guerra, en Danzig (Gdańsk), donde pudo estudiar la cultura clásica en su Akademische Gymnasium y acercarse a la nueva literatura alemana del también silesio Martin Opitz. Allí recibiría en 1634 la noticia del desastre del ejército sueco en Nördlingen y de la firma de la Paz de Praga al año siguiente. Pudo pensar tal vez Gryphius, hacia 1636, fecha de este poema, que la guerra había terminado al fin, que tras tantos años de destrucción y de miserias, la paz se impondría, aunque solo fuera por agotamiento, y que era hora de llorar a los muertos y empezar de nuevo. De hecho, ese año Gryphius abandona Gdańsk y regresa a Silesia, a la ciudad de Freystadt, la actual Kożuchów polaca, como tutor de los hijos de Georg von Schönborn, una importante personalidad de la zona, reconocido incluso en la corte imperial. ¿Cómo iba a imaginar que faltaban todavía “dos veces seis años” hasta el cese de las hostilidades y que los suecos de Torstenson aún volverían a ocupar Głogów por la fuerza de las armas en 1642.

    La Guerra de los 30 Años acabó en 1648 con la Paz de Westfalia y Gryphius vivió 16 más, hasta 1664, es decir, conoció a lo largo de su vida 30 años de guerra y 18 de paz. Como escritor, a lo largo de toda su vida adulta sus mayores esfuerzos se dirigieron hacia la aclimatación en lengua germana de técnicas y temas que formaban parte esencial de la estética barroca de su tiempo en toda Europa, tanto en poesía como, sobre todo, en el teatro. En este poema, el más famoso en la actualidad de entre los suyos, reconstruye a su modo la técnica del soneto, aprendida en el Buch von der deutschen Poeterey de Opitz, publicado en Danzig precisamente en 1634. Como este, Gryphius utiliza estrofas cultas de procedencia italiana, cuartetos y tercetos de medida fija y rima consonante, pero los endecasílabos clásicos de Dante son sustituidos aquí por largos versos bimembres similares a los alejandrinos franceses de Ronsard. En la lectura del poema se impone el tono violento, desgarrado, agresivo incluso con sus duros monosílabos, como el impresionante “Ist Feuer / Pest / und Tod / der Hertz und Geist durchfähret” que cierra los cuartetos. De este modo el lenguaje se hace eco de la dureza del tema y transmite al lector la angustia del propio poeta por la situación de su patria tras tantos años de guerra y destrucción.

    Pero el comentario quedaría incompleto sin aludir a ese último elemento que el escritor introduce en el cierre. No son solo, ni siquiera principalmente, los males materiales los que causan dolor al poeta. Está también la pérdida de las almas, “der Seelen Schatz”, más terrible que el resto. Como hará tres siglos después Bertolt Brecht en su Madre Coraje… ante una ruina similar, la preocupación del escritor acaba dirigiéndose hacia el aspecto moral de tanta desgracia. El sufrimiento personal y colectivo acaba con una pérdida de valores humanos, que el muy religioso Gryphius traduce en el siglo XVII al ámbito espiritual como el muy materialista Brecht hará en el plano moral. No son solo las casas, los templos, los cuerpos y las vidas lo que destruye la guerra sino también las relaciones sociales, la dignidad personal, las más nobles creaciones de la Humanidad, incluida el alma. Hemos de pensar, por lo tanto, que para Gryphius, como para Brecht en el siglo XX y tantos otros grandes escritores de todos los tiempos, la poesía, la literatura, el arte y la cultura en general son también formas de combatir la guerra, de anular su inmenso poder de ruina moral. El poema se eleva así no solo como llanto sino también como un cántico, resistente hacia el futuro, la mejor forma de expresar que la irracionalidad y la barbarie todavía no han podido acabar con el ser humano. [E. G.]