LAS 100 MEJORES POESÍAS DE LA LÍRICA EUROPEA

FIN Y PRINCIPIO de WISŁAWA SZYMBORSKA

 

        I: TEXTO - “Fin y principio”, en W. Szymborska: El gran número. Fin y principio y otros poemas, Hiperión, Madrid, 1998, p. 156-157.

 

 

Koniec i początek

 

Po każdej wojnie

ktoś musi posprzątać.

Jaki taki porządek

sam się przecież nie zrobi.

 

Ktoś musi zepchnąć gruzy

na pobocza dróg,

żeby mogły przejechać

wozy pełne trupów.

 

Ktoś musi grzęznąć

w szlamie i popiele,

sprężynach kanap,

drzazgach szkła

i krwawych szmatach.

 

Ktoś musi przywlec belkę

do podparcia ściany,

ktoś oszklić okno

i osadzić drzwi na zawiasach.

 

Fotogeniczne to nie jest

i wymaga lat.

Wszystkie kamery wyjechały już

na inną wojnę.

Mosty trzeba z powrotem

i dworce na nowo.

W strzępach będą rękawy

od zakasywania.

 

Ktoś z miotłą w rękach

wspomina jeszcze jak było.

Ktoś słucha

przytakując nie urwaną głową

Ale już w ich pobliżu

zaczną kręcić się tacy,

których to będzie nudzić.

 

Ktoś czasem jeszcze

Wykopie spod krzaka

przeżarte rdzą argumenty

i poprzenosi je na stos odpadków.

 

Ci, co wiedzieli

o co tutaj szło,

muszą ustąpić miejsca tym,

co wiedzą mało.

I mniej niż mało.

I wreszcie tyle co nic.

 

W trawie, która porosła

przyczyny i skutki,

musi ktoś sobie leżeć

z kłosem w zębach

i gapić się na chmury.

 

 

 

 

Fin y principio

 

Después de cada guerra

alguien tiene que limpiar.

No se van a ordenar solas las cosas,

digo yo.

 

Alguien debe echar los escombros

a la cuneta

para que puedan pasar

los carros llenos de cadáveres.

 

 

Alguien debe meterse

entre el barro, las cenizas,

los muelles de los sofás,

las astillas de cristal

y los trapos sangrientos.

 

Alguien tiene que arrastrar una viga

para apuntalar un muro,

alguien poner un vidrio en la ventana

y la puerta en sus goznes.

 

 

Eso de fotogénico tiene poco

y requiere años.

Todas las cámaras se han ido ya

a otra guerra.

 

A reconstruir puentes

y estaciones de nuevo.

Las mangas quedarán hechas jirones

de tanto arremangarse.

 

 

Alguien con la escoba en las manos

recordará todavía cómo fue.

Alguien escuchará

asintiendo con la cabeza en su sitio.

Pero a su alrededor

empezará a haber algunos

a quienes les aburra.

 

Todavía habrá quien a veces

encuentre entre hierbajos

argumentos mordidos por la herrumbre,

y los lleve al montón de la basura.

 

 

Aquellos que sabían

de qué iba aquí la cosa

tendrán que dejar su lugar

a los que saben poco.

Y menos que poco.

E incluso prácticamente nada.

 

En la hierba que cubra

causas y consecuencias

seguro que habrá alguien tumbado,

con una espiga entre los dientes,

mirando las nubes.

 

Trad.: Abel A. Murcia.

 

 

 

        II: COMENTARIO - Sin duda, el siglo XX ha sido un tiempo para la prosa. De las grandes epopeyas y de los ideales antiguos Europa solo supo hacer una inmensa pilada de fango, cenizas y desolación. El imperio de la novela entre los géneros creativos y el destierro de la poesía al limbo de la erudición son dos significativas consecuencias. Con todo, el inesperado prestigio del lenguaje cotidiano y su utilización con éxito en la mejor lírica de nuestro tiempo pueden contarse entre los haberes de ese triunfo de lo prosaico. Enterradas bajo las ruinas de nuestra cultura las grandes palabras de otras épocas, el minúsculo vocabulario de nuestro día a día acaso sea una forma de afirmación y supervivencia.

    En este contexto se mueve buena parte de la obra de la premio Nobel Wisława Szymborska y este poema que aquí comentamos, “Fin y principio”, en concreto. Solo en la lírica de la segunda mitad del pasado siglo ha parecido apropiado echar mano de “escombros”, “trapos sangrientos” o “escoba” y hablar de “arrastrar una viga” y de “arremangarse”, es decir, incorporar al poema el sudor, la suciedad y la miseria del mundo y las palabras que los designan. Una lírica ciertamente “prosaica”, carente de ese brillo formal que siempre se le había supuesto al poema. El estilo de Szymborska, por sus orígenes proletarios en la estética socialista del posguerra, no trabaja con los materiales nobles de la tradición clásica sino con la sobria y sombría realidad del mundo más cercano a sus “camaradas” lectores. El poema carece, pues, de sofisticación lingüística y ofrece una lectura que gusta de ser evidente.

    “Fin y principio” da nombre al libro de poesía publicado por Wisława Szymborska en 1993, obra que contiene, por lo tanto, la poesía escrita por la autora polaca durante los últimos años del régimen comunista y el inicio de la transición a la democracia. En este contexto no cabe duda de cuáles son las referencias históricas de las “causas y consecuencias” de la última estrofa o de la “guerra” de la primera. El poema reflexiona sobre la novedosa situación a la que se enfrenta Polonia a partir de 1990 cuando la sociedad de la autora se ve de repente, tras cincuenta años de socialismo, ante un inesperado “fin”, que obliga a plantearse de inmediato un nuevo “principio”. Con todo, no hay ninguna alusión directa a la dictadura de Jaruzelski o las insurrecciones de Gdansk, no se menciona la II Guerra Mundial ni la caída del Muro de Berlín. Más aún, los versos “Todas las cámaras se han ido ya / a otra guerra”, tiene por desgracia una aterradora validez universal que no se ciñe a Afganistán o a Yugoslavia.

    Más allá de los orígenes del poema, lo más atractivo de sus versos es esa inusual presencia de cotidianidad e inmediatez expresiva, ese buscado prosaismo que nos obliga a preguntarnos por su calidad lírica o, de otro modo, por qué no habríamos hecho mejor en leer un artículo de opinión sobre el final del comunismo.

    Desgraciadamente, no estamos en condiciones de valorar uno de los elementos esenciales de cualquier poema, su ritmo, su musicalidad. Desconociendo la lengua polaca, solo podemos acercarnos a la traducción castellana, que de forma inevitable aumenta los rasgos “prosaicos” del texto. Sin embargo, incluso en la traducción podemos acceder a algunas características del estilo de la autora como la ironía y el juego de ideas.

    Merece la pena destacar en primer lugar la sugerente imagen que cierra el poema: esa persona “con una espiga entre los dientes” que mira al cielo olvidada de “causas y consecuencias” que cubre la hierba. La imagen del joven despreocupado, al que no interesan las viejas historias de sus mayores y que se dispone a afrontar un futuro novedoso desembarazado de prejuicios y de angustia adquiere aquí una forma estética propia: pensamiento y naturaleza se mueven en el mismo plano, como esos “argumentos mordidos por la herrumbre” que se pueden hallar “entre hierbajos”. De este modo, la reflexión en torno a la ruina de la ideología, el inexorable paso del tiempo y la fluidez de la historia, acerca de la ineludible decadencia de cualquier pasado adquiere una forma inédita e ingeniosa. Sorprende el contraste entre la profundidad del pensamiento y de la imagen y la tosquedad de un lenguaje que comienza con ese “digo yo” coloquial de la primera estrofa.

    Wisława Szymborska demuestra en su mejor poesía una inusual habilidad para sorprender al lector con una levedad y un prosaísmo solo aparentes, unidos, sin embargo, a una lúcida reflexión sobre el lugar de la vida cotidiana de sus lectores en el devenir de la sociedad en que viven. La gran poetisa polaca supo evolucionar de sus orígenes demasiado pegados a una funcionalidad práctica de la poesía hacia el tono mucho más humanista y profundo de sus obras de fin de siglo: versos para la reflexión en un lenguaje transparente. [E. G.]